16.2.07

Todo sigue su rumbo, después de todo... y de nada.
Queda todavía una mirada perdida, un café a las 9 de la mañana, una mala nota en el diario, un paseo a medio día, una comida dentro de un pasillo, la esperada hora de la salida, una fumada en el frío...
después de todo no está tan mal, pero se siente nostalgia. No está en uno seguir, pero sí decidir dar un paso más.
Los dedos se turban y veo el reloj, avanza sin piedad y tecleo más deprisa con el aliento entre cortado. 1:33, 1:34, 1:35, 1:36... no se detiene.
En definitiva... odio las despedidas.