29.4.13

Pretérito imperfecto

El pasado siempre regresa. A veces de forma abrumadora y tortuosa. Otras de manera melancólica. En ocasiones como una brisa mañanera. Tal vez como reproche. O como recordatorio. Puede que oprima el pecho. Que haga reír. Que fastidie. Que no lo queramos recordar. O que por más que tratemos de hacerlo las imágenes resulten borrosas.

Siempre me he jactado de no ser una persona rencorosa. De perdonar fácilmente. De olvidar y empezar de nuevo. Pero tal parece que conforme pasan los años esa cualidad se va perdiendo. Quizá sea el cansancio. Pensar "¿por qué he de olvidarlo?, ¿por qué le daré un privilegio que no se merece?".

Quisiera poder hacerlo. En verdad. Acarrea menos problemas internos. Estos últimos días lo he intentado. Perdonar. Olvidar. Seguir con mi vida. Pero traigo, no una, varias agujas clavadas en el pecho como si éste fuera de algodón. Y no quiero sacarlas. Son un recordatorio de la confianza que debe ser ganada. No entregarse así como así. Al peor postor.

¿A cuántas oportunidades tenemos derecho?

El pasado siempre regresa. A veces en forma de correo. O de mensaje. De una llamada. Una mirada. Tal vez en forma humana. O abstracta. Una fotografía. Un vagón. Un link. Un pensamiento. Un chiste. Como sabor. O sensación. Llama a la puerta. Leerlo. Contestar. Mirarlo. Entenderlo. Descifrarlo. Subirse. Darle clic. Enajenarse. Reírse. Probarlo. Sentirlo. Abrirle. Es una decisión. Una oportunidad. Que termina en acierto.

O en error.

7.4.13

Artículos indefinidos


Un colchón virgen.
Un baño funcional.
Una tele sin cable.
Unas tortugas dormidas.
Una pizza fría de dos días.
Un cenicero lleno.
Unos libros en el piso.
Una maleta vacía.
Un boiler prendido.
Unos zapatos desordenados.
Una cartera triste.
Una mesita de madera.
Un teléfono silencioso.
Una puerta cerrada.
Una ventana media abierta.
Un. Una. Unos. Unas.
Un día de estos...
Hay algunas cosas que no cambian. Otras parecen que cambian. Pero no es cierto. Todos sabemos que es un engaño. Y hay otras que sí cambian. Y los cambios que verdaderamente suceden son los más sutiles. Los casi imperceptibles. Los que tal vez nadie nota porque comienza con algo muy pequeño en el interior. Un cosquilleo. Un pensamiento fugaz. Que poco a poco se aloja en la mente y crece conforme pasan los días. Porque suceden cosas que hacen que regreses a él. Así, poco a poco, se convierte en un estilo de vida. Y sucede cuando menos lo imaginas.
Las personas no cambian de la noche a la mañana. Pueden comenzar a hacer cosas. Y eso ayuda. Claro. Pero no me vengas con el cuento de que "soy otra persona".
No lo eres.