16.12.12

Se acerca el fin de año y algo me dice que me esperan cosas buenas. Excelentes. La ansiedad comienza a bajar. La depresión ha desaparecido. Aún encuentro incertidumbres y temores dentro. Pero todo estará bien. Lo sé. Se terminan esas sensaciones de angustias. No ha sido fácil. Las disiciones internas suelen ser las más difíciles. Esas que involucran sentimientos. Cuando nos aferramos a ellos, a pesar del dolor que causan. Pero hay que dejar la aprehensión a un lado. Cuesta, pero hay que dejar ir. Dejar que la vida fluya. Abrir las compuertas de la presa interna contenida.

Como decía, fue un año duro y maravilloso. Agradezco a las personas involucradas. Las deseables y las indeseables. Porque todas me han enseñado más sobre mí misma. Sobre mis emociones y su manejo. El 2012 se va y quedan las vivencias. He amado y me han amado. Y también odiado. Porque, ¿qué sería del amor sin un poco de odio? Solo espero que los buenos sentimientos hayan superado a aquellos hirientes.

Los mejores y peores momentos están ocultos en algún lugar dentro de mí. Vedados para las personas que conviven conmigo a diario. Esas oficiales. A las que siempre respondes con un "bien". Solo aquellas que se han arriesgado a conocerme lo suficiente lo saben. Solo aquellas que han aguantado mis alegrías, mis malestares, mis enojos, mis tristezas, mis dilemas, mis apatías, mi cariño. Gracias.

Estoy bien, estaré bien, estaremos bien, el siguiente año será mucho mejor.

Mucho. Te lo aseguro.

9.12.12

Ansiedad

Mis piernas están más temblorosas que de costumbre. Unas ansias me carcomen por dentro. El cigarrillo tiembla entre mis dedos. Se equivocan al teclear. No puedo concentrarme en nada. Mi mente divaga. Da vueltas. Vueltas. Sin llegar a ninguna parte. Al inicio. A la nada. Despertarme de madrugada se ha hecho costumbre. Yo que presumía de tener el sueño de un niño. A las cuatro o cinco de la mañana me encuentro despierta. En el baño. Descalza. Con la cabeza en el porta rollo de papel. Y los pies fríos.

Estoy ansiosa. Y no. No me he dado ningún pase. No he tomado tachas. Ni demasiado café. Tal vez sea la adrenalina. Esa que da cuando tienes un futuro incierto. Cuando ves boletos de avión en especial y no puedes comprarlos. Porque no sabes qué pasara en tres meses. Dónde estarás. Con quién. Si estarás. Si regresarás. Si habrá mundo. Si se reconstruirá todo. Si estarás en la nada. Si estos dedos que teclean estarán tranquilos. Si serás lo suficiente responsable y dedicada para escribir. Si todo valdrá madres y te convertirás en esa persona que hoy no quieres ser. Si tendrás trabajo. Si te gustará el lugar en el que estás.

Fue un año maravilloso y terrible. Porque estuve donde deseaba. Con las personas que quiero. Pero también con momentos indeseables. Con personas extrañas entrometiéndose en mi vida. En mis sentimientos. Y sí. La terapia ayuda. Pero nunca antes la había necesitado. O me había sentido en la necesidad de acudir. Porque tuve el trabajo que tanto había deseado. Las oportunidades que había buscado. Las encontré. Y también voy perdiendo todo poco a poco. Lo sé. Es solo un proceso. Puede que otra vez comience a ganar. Oportunidades distintas. Personas diferentes.

Nunca le había temido al cambio. Había estado dispuesta a aceptar lo que la vida me deparaba. Tal vez sean los treinta. Pensar que poco a poco se reducen las posibilidades. En todo. Que la sociedad es cruel. Y la naturaleza. Estoy ansiosa. Quisiera escribir. No esta porquería. Escribir de verdad. Canalizar mis energías y mis ansiedades a la creatividad. Ya son treinta. Ya se le tiene que dar tres vueltas a las manos para contar. No una. No dos. Sino tres. Y cuando menos lo espere serán cuatro. Y yo seguiré escribiendo aquí. Que estoy ansiosa. Insatisfecha. Que soy patética.

Y seré patética. Pensaré en lo que pude haber hecho. En las desiciones erradas que tomé. En el hubiera. Pero ya no habrá tiempo. Será demasiado tarde para volver. Para escribir. Para tener hijos. Para tener el trabajo deseado. Sé que soy pesismista. Pero en este momento estoy ansiosa. Quiero ser otra persona. Una distinta a la desidiosa. A la egoísta y orgullosa que he sido hasta hoy. A la voluble. Un día apasionada. Otro apática. El siguiente tierna. Y después depresiva. Quien no tiene control sobre sus sentimientos.

Puede que hoy sea el momento. De decidir. De accionar la palanca. De comenzar a ser hoy para poder construir eso que quiero para el futuro. Si tan solo supiera. Si tuviera una guía de qué es lo que quiero. Qué es lo que espero de la vida. Esa que se agota cada día. Esa que deja de ser a cada minuto.

Deja de hablar de ti. Deja de hablar de ti. Para eso tienes la terapia. Ya deja, de una vez. De una vez por todas. Deja de hablar de ti. Y ponte a hacer algo.

4.12.12

No a los analgésicos

Por favor, prohiban la venta de analgésicos. Son una aberración. Un engaño. Una droga. Así nomás: una droga. Qué finalidad tiene una medicina que lo único que hace es sedar el dolor. La enfermedad sigue ahí. Esparciéndose. Pudriendo el cuerpo. Y los analgésicos son sus cómplices. Lo único que hacen es que uno crea que el dolor se ha ido. Y con él la enfermedad. Que ya hay un progreso. Un avance. Pero entonces pasan las horas. Disminye el efecto. Y tarán! El dolor sigue ahí. Tras el velo fino del analgésico. Entonces uno ya no sabe. Si no sentir dolor es bueno. O sólo es un autoengaño. Teme el pasar de las horas. Darse cuenta que sigue igual de enfermo. O peor.
Por favor. Prohiban los analgésicos. Por eso las personas se hacen adictas. Me duele la cabeza. Una aspirina. Me duele el estómago. Paracetamol. Tengo cólicos. Ibuprofeno. Y así. Sólo escondiendo el dolor. Sin jamás llegar al origen. Por qué. Por qué duele. El cuerpo trata de hablarnos. Cállate. No opines. Aquí te va tu analgésico. Si la gente sufriera realmente sus dolores se daría cuenta de lo que hace mal en la vida. Atáscate de comida y después toma un sal de uvas. Adormécelo para que tu estómago no sepa lo que le pasa hasta que tenga una sonda clavada en su interior.
Por eso, mi lema, desde la invalidez de mi cama, con almohadas en la espalda, es "no a los analgésicos". No a la estupidización del cuerpo humano. Hagámonos responsables de nuestros dolores. Sociales. Emocionales. Corporales.
Pon fin. Fin a la Era de los Analgésicos.

3.12.12

De riñones y deberes

Y entonces uno deja de pensar en los sentimientos y en los demás y tiende a concentrarse en su salud. En que no duela más que ayer, en que tiene que comer sano, en que hay que bajarle a las harinas y subirle a la fruta. Y en un instante piensas en todo lo que puede suceder. En las desiciones que tienes que tomar. En que pasaría si. Y si el doctor no dio la dosis adecuada. En que hay viene de nuevo la fiebre. Y no quieres compresas con agua tibia alrededor del cuerpo. Y cómo te gustaría un té. Pero demasiado débil para hacerlo. Demasiado para pedir. Porque aunque enferma frágil el orgullo sigue ahí arrinconado. En una esquina del corazón que teme que sus ruegos sean rechazados. Y más vale. Más vale aguantarse y estar acostada sola. Sin saber si acostarte de lado derecho. Del izquierdo. Boca abajo. Boja arriba. A que hieran lo mínimo de amor propio que te queda. Porque entonces sí. Se quedaría vacío. Y entonces una inyección y otra. Y pastillas. Y más fiebre. Y sin ganas de comer. Pero saber que tienes que hacerlo. Que tienes que ir al mercado a comprarte la fruta y preparártela tú misma. A comprarte las cosas para la comida y preparártela tú misma. Ir a buscar quién te inyecte. Y caminar cuadras. Con un soplo frío a cada lado de la espalda y un doloroso hueco en la boca del estómago. Y luego las llamadas de la familia. Que a tu mamá le robaron el carro. Y su quincena. Que te piden dinero. Y sin poder dar un peso. Pero entonces piensan que para ti todo es fácil. Que estás lejos. Que no tienes que aguantar. Pero no saben. Que tienes que aguantar la soledad. La añoranza. La nostálgica enfermedad que se clavó en tus riñones desde el día en que fuiste concebida. Y eso pudiera explicar muchas cosas...

No. No es obligación de nadie. Es tu deber. Preocuparte por ti misma. Ir al doctor. Comprar tus medicinas. Y tomártelas. Alimentarte bien. Inyectarte. Bajarte la fiebre. Ir al psicólogo. Estar bien mentalmente. Y emocional. Hacerte el té. Obetener dinero. Hacer tu trabajo. Pintarte el cabello. Ir por el mandado. No nos importan tus tristes condiciones. No nos importa tu malformación. Es tu deber arreglártela. Estar bien. Para este mundo que sigue circulando. Con o sin ti. La pregunta es, ¿quieres circular en él?