3.12.12

De riñones y deberes

Y entonces uno deja de pensar en los sentimientos y en los demás y tiende a concentrarse en su salud. En que no duela más que ayer, en que tiene que comer sano, en que hay que bajarle a las harinas y subirle a la fruta. Y en un instante piensas en todo lo que puede suceder. En las desiciones que tienes que tomar. En que pasaría si. Y si el doctor no dio la dosis adecuada. En que hay viene de nuevo la fiebre. Y no quieres compresas con agua tibia alrededor del cuerpo. Y cómo te gustaría un té. Pero demasiado débil para hacerlo. Demasiado para pedir. Porque aunque enferma frágil el orgullo sigue ahí arrinconado. En una esquina del corazón que teme que sus ruegos sean rechazados. Y más vale. Más vale aguantarse y estar acostada sola. Sin saber si acostarte de lado derecho. Del izquierdo. Boca abajo. Boja arriba. A que hieran lo mínimo de amor propio que te queda. Porque entonces sí. Se quedaría vacío. Y entonces una inyección y otra. Y pastillas. Y más fiebre. Y sin ganas de comer. Pero saber que tienes que hacerlo. Que tienes que ir al mercado a comprarte la fruta y preparártela tú misma. A comprarte las cosas para la comida y preparártela tú misma. Ir a buscar quién te inyecte. Y caminar cuadras. Con un soplo frío a cada lado de la espalda y un doloroso hueco en la boca del estómago. Y luego las llamadas de la familia. Que a tu mamá le robaron el carro. Y su quincena. Que te piden dinero. Y sin poder dar un peso. Pero entonces piensan que para ti todo es fácil. Que estás lejos. Que no tienes que aguantar. Pero no saben. Que tienes que aguantar la soledad. La añoranza. La nostálgica enfermedad que se clavó en tus riñones desde el día en que fuiste concebida. Y eso pudiera explicar muchas cosas...

No. No es obligación de nadie. Es tu deber. Preocuparte por ti misma. Ir al doctor. Comprar tus medicinas. Y tomártelas. Alimentarte bien. Inyectarte. Bajarte la fiebre. Ir al psicólogo. Estar bien mentalmente. Y emocional. Hacerte el té. Obetener dinero. Hacer tu trabajo. Pintarte el cabello. Ir por el mandado. No nos importan tus tristes condiciones. No nos importa tu malformación. Es tu deber arreglártela. Estar bien. Para este mundo que sigue circulando. Con o sin ti. La pregunta es, ¿quieres circular en él?

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