9.12.12

Ansiedad

Mis piernas están más temblorosas que de costumbre. Unas ansias me carcomen por dentro. El cigarrillo tiembla entre mis dedos. Se equivocan al teclear. No puedo concentrarme en nada. Mi mente divaga. Da vueltas. Vueltas. Sin llegar a ninguna parte. Al inicio. A la nada. Despertarme de madrugada se ha hecho costumbre. Yo que presumía de tener el sueño de un niño. A las cuatro o cinco de la mañana me encuentro despierta. En el baño. Descalza. Con la cabeza en el porta rollo de papel. Y los pies fríos.

Estoy ansiosa. Y no. No me he dado ningún pase. No he tomado tachas. Ni demasiado café. Tal vez sea la adrenalina. Esa que da cuando tienes un futuro incierto. Cuando ves boletos de avión en especial y no puedes comprarlos. Porque no sabes qué pasara en tres meses. Dónde estarás. Con quién. Si estarás. Si regresarás. Si habrá mundo. Si se reconstruirá todo. Si estarás en la nada. Si estos dedos que teclean estarán tranquilos. Si serás lo suficiente responsable y dedicada para escribir. Si todo valdrá madres y te convertirás en esa persona que hoy no quieres ser. Si tendrás trabajo. Si te gustará el lugar en el que estás.

Fue un año maravilloso y terrible. Porque estuve donde deseaba. Con las personas que quiero. Pero también con momentos indeseables. Con personas extrañas entrometiéndose en mi vida. En mis sentimientos. Y sí. La terapia ayuda. Pero nunca antes la había necesitado. O me había sentido en la necesidad de acudir. Porque tuve el trabajo que tanto había deseado. Las oportunidades que había buscado. Las encontré. Y también voy perdiendo todo poco a poco. Lo sé. Es solo un proceso. Puede que otra vez comience a ganar. Oportunidades distintas. Personas diferentes.

Nunca le había temido al cambio. Había estado dispuesta a aceptar lo que la vida me deparaba. Tal vez sean los treinta. Pensar que poco a poco se reducen las posibilidades. En todo. Que la sociedad es cruel. Y la naturaleza. Estoy ansiosa. Quisiera escribir. No esta porquería. Escribir de verdad. Canalizar mis energías y mis ansiedades a la creatividad. Ya son treinta. Ya se le tiene que dar tres vueltas a las manos para contar. No una. No dos. Sino tres. Y cuando menos lo espere serán cuatro. Y yo seguiré escribiendo aquí. Que estoy ansiosa. Insatisfecha. Que soy patética.

Y seré patética. Pensaré en lo que pude haber hecho. En las desiciones erradas que tomé. En el hubiera. Pero ya no habrá tiempo. Será demasiado tarde para volver. Para escribir. Para tener hijos. Para tener el trabajo deseado. Sé que soy pesismista. Pero en este momento estoy ansiosa. Quiero ser otra persona. Una distinta a la desidiosa. A la egoísta y orgullosa que he sido hasta hoy. A la voluble. Un día apasionada. Otro apática. El siguiente tierna. Y después depresiva. Quien no tiene control sobre sus sentimientos.

Puede que hoy sea el momento. De decidir. De accionar la palanca. De comenzar a ser hoy para poder construir eso que quiero para el futuro. Si tan solo supiera. Si tuviera una guía de qué es lo que quiero. Qué es lo que espero de la vida. Esa que se agota cada día. Esa que deja de ser a cada minuto.

Deja de hablar de ti. Deja de hablar de ti. Para eso tienes la terapia. Ya deja, de una vez. De una vez por todas. Deja de hablar de ti. Y ponte a hacer algo.

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