24.3.11

Los pasos

7:00 a.m.
¿Me levanto o no? La misma pregunta de todos los días. No hay que pensar, sólo hacer. Acción. Acción. Pensar las cosas la mayoría de las veces te lleva a no hacer nada. Hay que dejarse llevar, pero no por la corriente.

7:15 a.m.
Llego al parque. Pocas personas caminando, aun menos corriendo. Ejercicio de calentamiento. Comienzo a caminar. Suave clima templado estalla en mi faz mañanera. Sólo pienso en no pensar, que mis pasos guien la desesperación de mi alma, los 28 años a cuestas, mi espalda que carga la cruz de la lejanía y la ausencia elegida.



7:30 a.m. 
Estoy lista. Todo está en calma. Ha llegado más gente, pero no los veo. La música en mis oídos me llama a comenzar un día más. Corre. Corre. Y corro. La angustia se deshace con cada talonazo en el suelo. Me sacudo el polvo abismal. Me interpreto. Me reinvento en cada respiración. Exhalo rencores, aspiro oportunidades. Retos. Me siento viva.


8:00 a.m.
Hora de partir. Hora del hogar. Un baño cálido rediseña mi estructura muscular. Resbala sobre mi piel la angustia. Y se va por el caño, de donde salió. La blanda sensación de mis labios sobre los suyos. Y un día que pinta será más que mejor.

20.3.11

Reflejos

Esa niña se parece a la infante que era hace décadas.
Esa niña va sentada en el vagón del metro frente a mi.
Me regala una mirada sincera.
Una sonrisa ingenua.
Y me recuerda la espontaneidad de mis tiempos.
Cuando creía que la vida era complicada.
(Siempre se cree que no puede ser más complicada de lo
que ya es, pero se puede, siempre se puede)
Me ve indecisa, como temiendo su futuro.
Observa el muro de acero a mi alrededor.
En sus ojos hay un horror a repetir mis patrones.
Pero nadie puede escapar a su destino.
Le digo con la mirada.
Y entablamos una conversación.
Como si fuera un monólogo interno.
Como si desaparecieran las fronteras.
La ingenuidad y la perversidad van unidas.
Una ligera frontera las separa.
Désas que una no cae en cuenta.
Hasta que cae.
Cae. Cae. Cae.
Y el castillo de papel se derrumba ante nuestros ojos.
Alcanzo a ver una pequeña súplica en sus ojos.
Antes de que su madre la tome de la mano.
Y salga por las puertas naranjas.
De los vagones que conforman la vida.
Antes de que llegue a su casa.
Donde una familia disfuncional la espera.
Donde la ausencia del padre se hace presente.
Sola ante el encierro de la gradeza de mi infancia.