27.1.13

Porpósitos de año

Vivir cada día como si fuera el primero. Y el último. Amar a las personas que me aman. Que están ahí en las buenas y en las malas. A quienes se lo merecen, pues. Rodearme de las personas adecuadas, de esas que brindan bienestar emocional e intelectual. Y ser recíproca. Poner de mi parte todo lo que esté a mi alcance. Convertir cada momento y cada palabra en momentos inolvidables. Mágicos. No darme por vencida a la primera. Pero tampoco permitir que me jodan la vida. Sentir deseo. De vivir, de coger, de amar, de aventurarme, de experimentar. Y llevarlo a cabo.

Depurar mi vida, mis amigos, mis vivencias.
Meterlo todo a un colador y verterlo en el mundo.
Dejar fuera los grumos, las semillas, las piedras.

Escribir. Dejar de lado la desidia. Hacer lo que me gusta. Y disfrutarlo. Correr. Comer sanamente, sin hacer dieta. Por supuesto.

Este es el año de mis treinta. Llegó la hora de tomar las riendas.
Again.

21.1.13

Insolación

Sí. Tal vez sea una frase cliché. De esas que cuando eres adolescente dices que nunca dirás, pero muy en el fondo sabes que terminarás diciendo. No sabes muy bien por qué, pero intuyes que es una verdad universal. Y que, por lo tanto, no puedes escapar de ella: "ahora comprendo a mi madre".

Hoy que llegué a una casa vacía, con el llanto a punto de desbordarse, los ojos cansados, la piel enrojecida, los sentimientos a flor de piel, con ganas de un abrazo fuerte, con ganas de sentir que a alguien le importaba, que me hicieran un té, sentirme apapachada y sentir sólo la soledad, poner el agua a calentar, sacar la bolsita de té, colocarlo dentro de la taza, esperar a que el agua hirviera, cambiarme, despintarme, tender la cama para poder acostarme... pensé en ella.

Cuando se enferma está sola. No hay nadie que la apapache, quien calme sus miedos, que le diga que todo va a estar bien. Ella sólo se tiene a ella. Y tuvo a sus hijas. Y se dedicó a ellas. A educarlas lo mejor que podía. Con las herramientas que la vida le dio. Y ahora vive sola. Rodeada de sus perros. Y de sus cosas. Sus recuerdos. Y quisiera que hubiera alguien que estuviera ahí. Pero cada noche que llega a su casa se encuentra con su soledad. Con las frías paredes. Con una cama vacía que tiene que tender para acostarse. Se tiene que preparar sus tés. Se tiene que cambiar y despintarse. Y levantarse al día siguiente sabiendo que nadie espera su llegada. Y con el consuelo de que alguno de los seres que parió se acuerde de ella. Porque ella siempre se acuerda de sus hijas.

Digo que estoy cansada. Pero qué será de su cansancio. Y me siento incapaz de marcarle. Porque creo que la llamaré y me soltaré chillando. Y para qué darle más preocupaciones. Para qué darle más en qué pensar.

Tal vez sólo sea la insolación. O la casa vacía. O mi incapacidad para cuidar de dos tortugas. O mi egoísmo al no querer ser madre. O tal vez sólo sea la vida que pasa. Los años. El sentimiento de culpa escondido en quién sabe dónde. Tal vez no sea nada y ni siquiera estoy escribiendo. O la incertidumbre. O la terapia. O la realidad. O Jerry... Una epifanía de mi destino.

20.1.13

Inolvidable

El fin de año desmenuzaba las canciones dolidas con las que, me imagino, todos en México hemos crecido. Después de algunas de José José y José Alfredo Jiménez, comenzó aquella que dice "en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse". Javier dijo que era una frase muy cierta. Que hay amores que se olvidan, o que son más olvidables, que otros. No concuerdo en lo absoluto. Puede haber cogidas olvidables, personas que en su momento nos gustaron mucho y años después, cuando te las encuentras, ya ni recuerdas el porqué. Pero si es un amor, como tal, si amaste a la persona, no la olvidarás nunca. Permanecerá en algún lugar recóndito de tu ser. Porque el amor cambia y eso es lo que lo hace inmortal.

Cuando sientes eso a lo que llaman amor, se modifica tu esencia, porque toca fibras muy íntimas que remueven todos los conocimientos y sensaciones aprendidas y vividas hasta ese momento.

Los hombres importantes de mi vida pueden y no ser un secreto. He conocido a muchos. Me he acostado con otros tantos. He tenido noviazgos, amantes, amigos, amigos con derecho, compañeros y un largo etcétera. Y son contados con los dedos de una sola mano los inolvidables. Sí, de todos he aprendido, todos han logrado conmoverme, pero sólo un puñado ha tocado mis fibras más íntimas. Sólo con ellos me he preguntado "qué pasaría si...". Me han hecho dudar de que el amor es pasajero. Me han creado la ilusión de que tal vez el "vivieron felices para siempre" exista

Sé que sólo lo sabré el día que me muera. Pero vale la pena arriesgar lo que se tenga que arriesgar por saber si en realidad existe. Así que creo que en la vida los verdaderos amores jamás logran olvidarse. Pero qué se yo... Ya lo dirá el tiempo.

13.1.13

Violencia innecesaria

Si hubiera sido futbolista de americano profesional tendría serios problemas. Espera. No lo soy y de todos modos los tengo. No sé qué tan serios. Pero los tengo. Soy el bato de una relación. Dicen. Contesto de manera ruda. Dicen. No soy cariñosa. Dicen. Que trato mal a las personas. Dicen. Que soy fría, calculadora. Que tengo corazón de piedra. Dicen. Que llego tarde. Que no hago los quehaceres. Que no me gusta juntarme con mujeres. Dicen. Me dicen.

Y sí. Tal vez todo sea cierto. En pocas palabras, soy una insolente. Lo curioso es que al principio de toda relación eso es lo que les gusta de mí. Que soy independiente. Que hago lo que me pega mi gana. Que soy como agua que escurre por los dedos. Que soy impredecible, pero saben a qué atenerse conmigo. Porque no me ando por las ramas. Pero, a final de cuentas, eso es lo que termina doliendo. Hace daño. Y entonces quieren de mí ternura. Cariño. Compasión. Que sea una ama de casa. Que esté en mi hogar en la espera del hombre que llega cansado de trabajar. Y que le haga la cena. Tal vez un masaje con final feliz. Que tenga hijos. Que no le dedique tanto tiempo a mi trabajo. Ni a mis amigos. Que esté disponible para cuando me necesiten. Que perdone y olvide si no me perdonan y me olvidan.

Discúlpenme. No soy esa mujer. Nunca lo he sido. Y jamás lo seré. Puedo fingir por un tiempo. Me pueden contener en un vaso. Pero tarde que temprano me desbordaré y no alcanzarán a limpiar el desastre.

Lamento que mi rudeza asuste y enoje. Pero soy el bato en una relación. Dicen.

6.1.13

Sueños húmedos

I

Voy en un barco con mi padre. Navego contracorriente en un río. Es de noche. El barco es pequeño pero turístico. Llegamos a la cuesta. El motor se forza. Los pasajeros tenemos que salir. Escalar rocas. Volvemos a subir para comenzar la cuesta abajo. Nos detenemos en una laguna. Tenemos que caminar un trecho de agua. Mi padre me abraza por la espalda. Me dice "mira, allá está Milpas Viejas". "No", le respondo, "ahí no es". "Sí, es ahí. Mira allá está mi tumba".

II

Se supone que estoy en la oficina. Hileras de módulos con computadoras. Personas sentadas. Todos estamos sobre un arroyuelo. Parece más una maquiladora que una oficina. Estamos al aire libre. Es de noche. Los pies mojados. El cuida de los niños de ella. Son dos y ella está embarazada. Me duele verlo. ¿Cómo desea estar con una mujer casada con dos hijos y a la espera de uno? Me salgo. No lo soporto. Por todas las calles hay arroyos. Son callejones que llevan a ninguna parte. Camino y camino hasta que llego al mismo lugar. Y los veo de nuevo. Resignación.

III

En Playas de Tijuana, con mis hermanas y mi madre. Es la tarde, pero el cielo es gris oscuro, con nubes pesadas que presagian tormenta. Entonces volteamos a ver el mar y se forma una ola gigante. Viene hacia nosotras. La miro pero no tengo miedo. Les digo que se agarren de unos barrotes que están a nuestras espaldas. La ola cae sobre nosotros. Salimos ilesas. Cuando la marea baja, vemos una ola mucho más grande que se camufla con el oscuro y denso cielo. Corremos a un edificio que nos cierra la puerta. Pero alcanzamos a tomar el elevador. Apretamos el botón 40. El piso más alto. Cuando llegamos, nos asomamos por la ventana y observamos la ola que cae sobre la ciudad y la devasta. En ningún momento siento miedo. Más bien es curiosidad.