13.1.13

Violencia innecesaria

Si hubiera sido futbolista de americano profesional tendría serios problemas. Espera. No lo soy y de todos modos los tengo. No sé qué tan serios. Pero los tengo. Soy el bato de una relación. Dicen. Contesto de manera ruda. Dicen. No soy cariñosa. Dicen. Que trato mal a las personas. Dicen. Que soy fría, calculadora. Que tengo corazón de piedra. Dicen. Que llego tarde. Que no hago los quehaceres. Que no me gusta juntarme con mujeres. Dicen. Me dicen.

Y sí. Tal vez todo sea cierto. En pocas palabras, soy una insolente. Lo curioso es que al principio de toda relación eso es lo que les gusta de mí. Que soy independiente. Que hago lo que me pega mi gana. Que soy como agua que escurre por los dedos. Que soy impredecible, pero saben a qué atenerse conmigo. Porque no me ando por las ramas. Pero, a final de cuentas, eso es lo que termina doliendo. Hace daño. Y entonces quieren de mí ternura. Cariño. Compasión. Que sea una ama de casa. Que esté en mi hogar en la espera del hombre que llega cansado de trabajar. Y que le haga la cena. Tal vez un masaje con final feliz. Que tenga hijos. Que no le dedique tanto tiempo a mi trabajo. Ni a mis amigos. Que esté disponible para cuando me necesiten. Que perdone y olvide si no me perdonan y me olvidan.

Discúlpenme. No soy esa mujer. Nunca lo he sido. Y jamás lo seré. Puedo fingir por un tiempo. Me pueden contener en un vaso. Pero tarde que temprano me desbordaré y no alcanzarán a limpiar el desastre.

Lamento que mi rudeza asuste y enoje. Pero soy el bato en una relación. Dicen.

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