2.7.13

El paso del tiempo

La intensidad de los sentimientos no varía con los años. Cambia la forma de transformarlos en respuestas. Pero el enojo, el abandono, las mentiras, la desconfianza, la falta de interés duelen igual. Me hieren como me herían cuando tenía 15 años. La punzada en el corazón es la misma. La sangre sube igual de rápido a la cabeza. Las lágrimas se desbordan y resbalan igual por las mejillas. El insomnio sigue siendo pesado. Las ganas de gritar. De correr. No cambian.

Pero sí puede cambiar la respuesta. Con el paso del tiempo una tiene más herramientas para decidir lo que quiere para su vida. Y no sólo lo que quiere. Lo que le conviene. Lo que necesita. Son más factores lo que influyen. Y después de que pasa el dolor puede tomar decisiones más acertadas.

Al menos es lo que quiero creer. Esa es mi única esperanza.

Recién me preguntaba a mí misma si elegir no creer en el amor eterno era lo más acertado. Si el no creer hacía que inconscientemente fuera efímero. O si creer que existe una pareja para toda la vida hace que realmente suceda. Y, de alguna u otra manera, cada día obtengo mi respuesta.