30.5.05


Sé que estás ahí. Te tengo a unos metros de mi.
Bajo tierra vislumbro tus huesos que comienzan a llenarse de carne.
Te veo venir hacia mi.
Tu cuerpo largo, delgado, enternecedor penetra mi mente.
Lo fantástico y la realidad aún en tu muerte.
Heterno cronopio Cortázar,
Heterno París caminante por le Rue de Sommerand
en donde tantas cosas me diste.
¿Quién me salvará?, quién me salvará del fuego que baja por
le rue de Huchette ahora que se han cumplido 21 años desde que te has ido?
Sigue Salvándome con tus palabras, tus miradas, tu voz.
Mientras deposito una flor en tu tumba vienes hacia mi
amigo cronopio...
Cementerio Monparnasse.

... como una sombra larga y delgada, una sobra cubierta de paz.
En el día apareces serena, callada, exahusta, dormida;
en la noche comienzas a brillar.
Como una sombra, una sombra que esta noche me ha dado luz.
En mi cara el reflejo de tu armonía,
en mi sueño tu derribo inminente...

Le Tour Eiffel....

29.5.05


¿A qué huele París?
A fruta seca, a tierra quemada, huele al Holor de mis Hilusiones.
Tiene olor a nube a punto de estallar.
Huele a Seine, a ahogada, a peces, a clochards, a negros,
a indúes, a españoles.
París tiene el olor del mundo y me moja en él.
Su tibieza va calmando mis ganas, va saciando una pequeña parte
de mi gran sed por poseer lo que me rodea,
por comprar la Tour Eiffel y adornar con ella mi dormitorio,
calma las ansias de robarle le Sacre-coeur y depositarla en mi caja fuerte.

París es un tormento lleno de sueños y pesadillas.
París es un virus que se mete por el corazón,
sube a la cabeza y se mescla en la sangre.
No hay remedio: estoy enferma.
Me ha dado Parisfobia, tengo el mal del siglo que viene:
quiero deshacerme de París.
Mientras duerme lo tiraré por el balcón a la calle
y veré cómo un coche lo pilla; o mejor aún,
lo pondré en las vías mientras llora como un niño viejo ( lo que realmente es)
y veré si con el llanto salen todos esos malos espíritus:
Baudelaire, Rimbaud, Van gog, Modigliani, Cortázar, Miller,
Klee. Veremos si por una sola Victor Hugo sale de ella y desaparecen
sus palabras de la historia, que desaparezca el Louvre
y los demonios de le port's, que mueran en los adentros Le Defense y Versalles
y que se ahoguen en el mar de las afueras Balzac, Abelardo, Eloísa, La Soborna,
Le Moulin Rouge...Desaparece Paris! que estoy enferma.
Enferma de ti y de tu llovizna fría que calienta mi cuerpo,
de ti y de la altura de Monmartre,
de ti y de la vida bohemia que ya no llevas desde hace más de 50años.
Estoy enferma en tus cafés, en tus foundus, en tu repostería,
en este cuarto de 20 euros que me permite vislumbrar el suelo
y soñar que caigo en el Seine junto a los peces del deseo,
soñar que me robo un pan y soy condenada,
soñar que Dios me habla para salvar al pueblo francés,
soñar que muero de hambre en medio de los clochards..
soñar... soñar...
Muérete París! y que muera contigo mi generación,
generación de jóvenes idiotas inmersos en la ilusión europea
que sólo trae nuevamente la peste, pero esta vez
la peste roja llenará tus calles de sangre y la hundirán en el infierno.

Muere París, muere... yo descansaré contigo...

12.5.05

Sala de urgencias


La escoria del mundo, el vòmito de Dios, el cosmos se une a la inmundicia universal y me hace estar en este hospital plagado de viejos, de enfermos que deambulan comos zombies.
Con la cabeza abierta chorreando sangre, con el brazo dislocado, con la inquietud en los dedos y la mirada perdida los veo desfilar por mi alrededor.
Piernas con tobillos del mismo ancho que las rodillas, llenas de venas que saltan a la vista capaces de reventar de un momento a otro. Cabezas blancas, grises o calvas que piden un poco de compasiòn. Màs que enfermos, solitarios esperando pagar para que un mèdico los escuche, les escriba dos o tres palabras en la receta para la coleccion y al salir una espera impaciente porque llegue la otra semana y escuchar su monbre de pila en los labios de la enfermera con su ùnica cita en mucho tiempo.
Ellos lo sabes, lo sienten en el ambiente que se respira, para muchos la ultima visita, la pròxima semana seràn ellos los invitados por la presencia ante la que nadie quiere estar: la muerte.
Desfilan los enfermos con sus muletas o sus sillas de ruedas, bailan cojenado su danza final. En los altavoces suena una voz extraña mascullando nombres vulgares y nùmeros de consultorios. Las familias con ojos hambrientos de esperanza ven a sus hèroes los blancos pasar sin una respuesta final.
Mientras: "Juana Lòpez consultorio 1, Victoria Pèrez consultorio 5"
Todos sentados hablando a media voz. Las sillas temblorosas esperan ser ocupadas bajo la luz tenue amarilla de un hospital cualquiera. El piso limpio y oscuro, las miradas de los moribundos se cruzan y con rapidez las desvìan no queriendo ver su propia muerte en ojos desconocidos.
Quièn iba a pensar, tan diferente espacio y clima, tan diferentes humillaciones, colonizadores-colonizados y todos temiendo morir, todos con la enfermedad en el vientre, con el cafè en la mano y el amargo dolor en los labios.
Todos con sus còmodas zapatillas observan a los blancos y piden a gritos silenciosos ser escuchados. Todos con las manos en la cara, con el ceño fruncido esperando una llamada al mòvil, esperando un sonido que les impida claudicar.
"Se ruega silencio" en un cartel, pero ellos ruegan mùsica, ruegan alivio, ruegan compasiòn y respeto por su vida.
Estornudos, tos, suspiros, bostezos, ronquidos, secretos, todo puede pasar en una sala de emergencias.
El vòmito de Dios cae sobre nosotros, nos empapa y lo comemos gustozos. La inmundicia del mundo està en urgencias, los malos, los blancos, los rojos, los negros y los que no son de ningùn color, de ninguna religiòn, de ningùn sabor, nadie se escapa. Sòlo los que esperan solos, solos estàn con los familiares, sòlos esperando el juicio final. Sea Dios quien fuera, sea el doctor o la mosca postrada al otro lado del vidrio frente a la ambulancia, esperan salir bien librados.
Con el rosario en las manos echan flores a la virgen de los desamparados, que intervenga por ellos buenos ciudadanos, seguidores de la ley, buenos padres, hijos, hermanos... y yo...
Yo? Desafiando la libertad, sentado en esa silla azul desvergonzadamente y observando su incestuoso final con morbo. Yo, con la cabeza dando tumbos, son ellos los que me contagian sus porquerìas, sus virus. Yo oledor de la sangre fresca, de la medicina que emana de su cuerpo, de su muerte, huelo su final.
Somos el desecho del mundo. Soy yo parte de ellos con el estòmago vacìo y las tripas comiendoce unas a otras. Soy la escoria de la escoria. Desafìo la libertad que me da la salud, la desafìo y voy quedando atrapado en ella, su nombre de pila: Soledad.

6.5.05

Luvia, Lluvia sì, pero no de mar, llueve por dentro, no fuera.
De què sirve?
Que se acabe el mundo!
que grite dios!
que vocifere la tierra!
que relampaguee el suelo!
Hay que pisar el cielo,
hay que pisotearlo,
hundirlo,
desaparecerlo,
quemarlo.
Que llueva, sì,
pero que llueva el mar.

Escrito 23*03*2005