26.6.09


Azul casi transparente (Ryu Murakami)

Sigo en mi fiebre literaria japonesa. Esta semana fue el turno de Ryu Murakami y su primera novela Azul casi transparente. La contraportada indica que: “La crítica japonesa habló de <>, de <>, de <>. Aunque también se acusó a Murakai de cultivar sistemáticamente la pornografía y la brutalidad. En los Estados Unidos, la revista Newsweek la recomendó como <>. Aunque yo más bien la definiría una mezcla entre Julieta de Sade con El extranjero de Camus. En lo que si coincido totalmente es en el zoom de una cámara. El libro es muy cinematográfico, no por nada el escritor es un director muy importante en Japón y su primera película fue precisamente la adaptación de esta novela.
No conozco mucho de las etapas en la literatura nipona, de hecho apenas he estado buscando información sobre ella. Es interesante cómo por mucho tiempo estuvieron aislados, se puede decir que “autoexiliados” del mundo literario (entendiendo por mundo el globo terráqueo), y es hasta el siglo pasado cuando -a punta de golpes, por aquello de la guerra- empezaron a abrirse, y occidente empezó a influir en sus obras, dando una extraña mezcla de occidentalismo místico, el cual no aplica para esta novela.
Como decía, no conozco mucho de la literatura japonesa, pero si con lo que conozco tuviera que clasificarla o definirla, diría que es una mezcla entre el Naturalismo, Existencialimo beat. En algunas páginas de internet lo clasifican como realismo sucio, pero me parece que Murakami es mucho más intenso en las descripciones y nada lúdico como lo es Bukowski, si no que todo el tiempo reflexiona sobre las cosas que suceden a su alrededor, si por reflexionar entendemos observar los detalles más mínimos y que estos influyan en las acciones. Es difícil de clasificar, hay momentos en que me asquee y me repugnó la minuciosidad de las descripciones explícitas de situaciones nada agradables, y sin embargo hay también momentos muy poéticos.
Aunque he de decir que mucho de la traducción española le quita la esencia japonés. La edición está a cargo de Anagrama, y es difícil pensar en japoneses cuando los diálogos son algo asi “Pero yo estaba tan colgado que mi polla estaba tan pequeña que ni se veía, y no quería que aquella nenita se diera cuenta. Aparte que puedo con las tías con esos culazos... como el e Reiko, mira”. Creo que Anagrama debería de repensar la forma de traducir y más porque es una de las ediciones que traducen libros que no no encuentra en otra editorial y por lo tanto no hay otra forma de leerlos más que por medio de ellos. Al contrario de Tusquets que sus traducciones son muy buenas.
El personaje narrador (el cual se llama como el escrior, Ryu) describe las acciones como si estuviera muy lejos y no tuviera voz propia, es decir, en algunos momentos da la impresión que el narrador está en tercera persona cuando en realidad está en primera. Y dentro de todo este clima de violencia y perversidad en el que se desenvuelve la historia (si es que hay una), hay momentos en que el personaje se apropia de la voz, sobre todo en sus alucinaciones: “De toda esta miríada negra, cabalgándose y atropellándose, hacia una forma informe e inquietante, y me di cuenta, de súbito, que mi cuerpo estaba cubierto de piel de gallina. En la oscura pantalla, mis ojos turbios se reblandecieron como metal a punto de derretirse y en voz baja le dije a aquel yo al borde de la licuefacción: <>
Definitivamente no es un libro recomendable para estómagos delicados, pero es un libro que debe de leerse. Aunque no sea mi literatura favorita es un libro que debe de leerse y sobre todo si se quiere enterder la literatura nipona de la actualidad.
Nota: Ahora voy con Kitchen de Banana Yoshimoto.

18.6.09



Kafka en la orilla. (Hakuri Murakami)

Siempre me ha llamado la atención conocer diferentes culturas. Desde las diferencias entre continentes, países, ciudades hasta las de los barrios, o incluso de cada persona. Y es que cada quien tiene su propia cultura, su propia forma de percibir la vida por los diferentes contextos en los que se desenvuelve, por la educación de sus padres y estos a la vez de sus abuelos, y así hasta formar una larga cadena.

Llegué a Haruki Murakami por esto mismo. Quería leer algo distinto, algo que no me supiera conocido, como comer un platillo diferente, como elegir del menú aquello que no conoces, pero te arriegas e intentas que tu paladar disfrute del extrañamiento gastronómico. Tenía como referencia a cineastas asiáticos, a los cuales gozo bastante. Había leído La casa de las bellas durmientes novela con la que quedé más que fascinada, pero no había leído nada igual como Murakami.

Anteriormente leí su primera novela Tokio Blues: un relato fresco, emotivo y hasta cierto punto triste, lleno de nostalgia. Y para mi cumpleaños me regalaron Kafka en la orilla. He de decir que todavía no lo termino (me faltarán unas 70 páginas, de 714 con las que cuenta) y aunque en cuestión de estructura y personajes es muy distinto, la esencia se mantiene, las obseciones de Murakami son las mismas: la soledad, la muerte, el sexo, el viaje hacia la madurez. Kafka en la orilla atrapa al lector desde un inicio y le invita a leer otras obras en las conversaciones de sus personajes. Contiene metaficción que va guiando al lector y aunque convergen mundos fantásticos y personajes surrealistas siempre se mantiene sobrio, cerrando las historias que piensas son imposibles de clausurar.

Reitero, todavía no lo termino, pero ya estoy pensando en el otro libro de Murakami que tengo que comprar, no sin antes haber apuntado las referencias que brinda invitando de una manera muy hermosa a leer a los clásicos.

El mundo es lo que nosotros creamos (en las dos lecturas que esta palabra conlleva). Hay que crear y creer en un mundo distinto del que tenemos.

"Las alucinaciones cuanto más piensas en ellas, mayor es la dimensión que van cobrando, más definida es la forma que va tomando. Y, en un momento dado, acaban de dejar de ser una simple alucinación" Murakami