20.9.10

Hay un hueco en mi estómago. Sabía que esto sucedería, pero no lo temía. Ya no sé dónde está mi casa. Soy parte del mundo. Ya no pertenezco a ninguna parte. Y, sin embargo, me siento tan poseída de la frontera y del centro a la vez... Soy una grieta en el sistema. Una especie en peligro de extinción, que no acaba de extinguirse. Estoy cansada de sentir tanto. Mi cuerpo no da para más. Y da para más. No puede. Y sigue.
Mi hogar ha cambiado, pero sigue intacto dentro de mí. Foránea en mi país. Residente del universo. Escudriño mis interiores para conocerme, pero cada vez me desconozco más. Me confieso y poco a poco recomienzo, averiguo, sé más de nadie y menos de todos.
Mostrar. Sentir. Experimentar. El norte se queda bajo mi dermis y se manifiesta por mis ojos. El centro está fuera y sale por mi boca. El sur. El sur. Ése lo guardo para mis adentros. 
Sólo yo (y él) lo saben.

No hay comentarios.: