8.4.12

Nadie me conoce. Y me place. Las personas creen saber de los demás y no hay nada más errado. Solo logramos conocer la punta del iceberg, la superficie, una pequeña porción de la totalidad. Hay gente que cree conocerme. Pero hay tantas cosas de mí ocultas. Tantos hechos, acciones, personalidades... Pero no hay nada más excitante que el que una persona te vea como si tuviera pleno conocimiento, mientras devuelvo la mirada sumisa de "Sí, soy todo eso que tu crees que soy" y que plácidamente sonrían y se vayan con calma a su lecho nocturno.

No, no soy eso que todo mundo cree. Soy totalmente otra cosa. Una mirada sin fuga oculta en la cinta de un zapato mojado. Lo que nunca les pasaría por la mente. Lo que conocen es mi antifaz. La cara que doy al mundo. La rebeldía que oculta mis emociones. El llanto tierno sobre la trágica desverguenza. La seriedad humedecida por el vapor de la carcajada.

Cuando iba en quinto de primaria mandaron a llamar a mi madre de la dirección. Cuando le dijeron que una niña de sexto (Wendy) me buscaba pleito por un niño (Iván) -la eterna historia de mi vida- mi mamá aseguró que no podía ser. Su hija era una santa. Dijo determinadamente.

Cuando estaba en la secundaria mis amigas le decían "Su hija tiene un carácter muy fuerte", y mi madre ponía cara de what? Entonces comenzó a comprender que no solo era la hija abnegada y chillona que tenía en casa. Era más que eso: llevaba una doble vida. No le importó mucho, puesto que la cara que ella me conocía era la de la tierna hija que hacía todo lo que le ordenaban, quien la apoyaba en sus momentos más duros. Entendió que se había llevado la mejor tajada.

Entonces cada vez que la mandaban a llamar de la escuela por pleitos entre estudiantes o porque me había hecho la pinta para irme con mi noviecito le decía a la orientadora " No puedo estar viniendo siempre, así que le suplicaré que solo me cite cuando haya algo realmente importante". De ahí en adelante ya no le llamaron, sólo se dedicaban a ponerme los reportes necesarios.

Cuando comencé a andar con alguien catorce años mayor que yo mi mejor amiga cayó sorprendida. No lo podía creer. Cuando me fui de la casa mi mamá casi me deshereda. Y así, una larga lista de sorpresas con amigos, novios, familia... Creo que es por eso que la mayoría de mis exnovios son mis amigos, porque en el fondo no creen que en mí habite la maldad suficiente (por decirle de algún modo) para hacerles las chingaderas que les hice.

Nadie me conoce realmente. Y me place. Cuando creen que ya me saben, que mis reacciones son esperadas, que pueden leer mi miradas, que pueden predecir mis acciones... !Zas! La estocada final. Corto las orejas y el rabo y todos los personajes -femeninos y masculinos- que habitan mi interior se ponen de pie en una sórdida ovación.

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