11.12.09

Tememos nuestra finitud más que el adiós rotundo.
Nos hace pensar que pronto llegará nuestra hora
que algo caerá del cielo y, en definitiva, moriremos.

Pero no será rápido, será lentamente.

Tememos nuestra mortalidad más que la de la persona amada,
pero lo disimulamos. La muerte nos acecha, como a todos.
Un día, el cual no podemos prevenir, llegará
y tal vez no habremos vivido lo suficiente

¿Algún día viviremos lo suficiente?

Tememos nuestro origen perecedero,
nuestras manos pudriéndose
nuestra piel degenerándose,
los labios que se parten verticalmente.

Para todo hay argumentos.

Si era joven, la excusa es la juventud
si es viejo, ya vivió demasiado

¿en realidad alguien llega a vivir lo suficiente?
¿alguien llega a querer dejar de vivir porque cree que lo vio todo?
¿se puede dejar de experimientar?

Nunca dejas de vivir, lo demasiado nunca será suficiente
siempre habra miles de experiencias nuevas:
la gente cambia, los tiempos, el sistema, el clima
los valores, la tecnología, las creencias, las artes.
Nunca será demasiado,
todo será nimio, la vida sólo
será lo que es: fugaz, finita, efimera, provisional, transitoria
y eso es exactamente lo que tememos
que con nosotros sea justa.

Aunque lo sabemos, estamos seguros, certeros
de que lo hará a su manera, pues su única virtud
es la imparcialidad.

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