9.10.11

Cada vez un espacio más pequeño. Con cada mudanza una unión más íntima. Una certeza de acompañamiento. En la cocina tu cuerpo se une a mi trastero. En el comedor nos alimentamos del mismo tabaco. Respiramos el mismo vapor en el baño. Las luchas cuerpo a cuerpo se hacen presentes en la habitación.

Somos un rompecabezas amorfo. Fragmentos que se unen. Se distorcionan. Encajan sus variadas formas de espejos. Mi pie en tu pierna. Tu cabeza sostenida por mi pecho. Mis dientes muerden tus orejas. Tus dedos aprisionan mi intimidad.

Somos una bola de cristal hecha añicos. Hacedores de nuestro futuro. Rompemos los hechizos del pasado. Perseguimos los mismos diminutos fantasmas. Los escuchamos de madrugada. Juegan en el techo de nuestra habitación, ruidos como goteras nos escupen e interrumpen nuestros sueños. ¿Escuchaste? Es el sonido de nuestros pensamientos que discuten mientras condecendemos en la cama.

Somos un nido de ligas. Separas una. Separo otra. Se retuerce pero no pierde su forma. Al estrellarnos rebotamos cada vez más alto. Cada vez más. Rompemos el sintetismo. ¿Pero qué es el plástico separado? Tiras solitarias de polímero. El gato del destino nos toma por juguete. Nos araña. Sólo logra la contracción de nuestros cuerpos.

Somos los cuartos que hemos habitado. Cada espacio donde hemos vivido. Nuestra esencia es consumida por las paredes de diversos mundos. Vamos paralelos pero coincidiendo. Somos los baratos hoteles donde hemos sido huéspedes. Esas llaves que nos han abierto sus puertas y los guardianes letreros de "no molestar".

Somos el pasar de los años. Las miradas contenidas en los silencios. La búsqueda eterna de las palabras. Los encontronazos de voces que se alejan para regresar más unidas. Soy tus manos pequeñas y tibias. Eres mis ojos sorprendidos. Soy tu diminuta nariz airosa. Eres mis pies grandilocuentes.

Mi casa es pequeña. Amueblada. Sencilla. Ventilada. Luminosa. Mi casa somos. Mi casa eres.

No hay comentarios.: