Los taladros exteriores reflejan mis taladros internos.
Bendito el metal que corta el asfalto.
Maldito el pensamiento que agujerea mi tranquilidad.
El ruido físico, ese de ondas sonaramente curvas,
es una pequeña muestra del metafísico,
ese de ondas silenciosamente mortales.
Y si no estuviera aquí, ¿qué?
Estridentismo molecular.
El duelo de dos miedos
que se superponen
Una sensación molestamente
apacible y descarada
llamativamente
mansa y chirriante.
Me voy, ¿y qué?
No hay destemplenza en ese vaho musical
que es el ruido.
La estática mental y mecánica
equilibra mi ley sin mudanza
con la condición benigna y suave
de un animal en celo.
Y si nunca hubiera estado, ¿qué?
Apacible, sosegada, tranquila
un ganado de personas
rumbo a mi colmena
El efecto de ganar
es la mejor anestesia,
el recipiente construido
para un habitáculo de estrellas:
enjambre natural
privación general
artificialmente producida.
Estoy aquí
el sonido inarticulado es mi compañía
la gran pendencia de las cosas
sin importancia.
Soy sólo un hombre
que interfiere el tráfico
de una riña de palabras.
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