Aunque uno crea que ya está curtido en cuestiones mudancísticas, lo cierto es que nadie sabe lo que pueda enfrentar a la hora de la hora. Por ejemplo, y lo digo hipotéticamente, salir más tarde de lo previsto de la chamba, que te de una infección memorable en la garganta (y por lo tanto todo tu cuerpo no responda a las indicaciones del cerebro), que sea tu primer día de menstruación -bien, esto no aplica para hombres- y, por lo tanto, además del dolor de garganta, cabeza, cuerpo, somnolencia (por aquello de la empastillada) se unan los hermosos cólicos menstruales y el mood tristón de "nadie me quiere y a nadie le intereso", junto con el mar de lágrimas que nublan la vista para empacar o acomodar cajas.
Y me detengo en esto. El mar de lágrimas. El valle de lágrimas. Estoy pensando muy seriamente tomar terapia psicológica. Siempre le he rehuído. Digo que no sirve de nada. Que solo va gente que no se conoce a sí misma, porque la respuesta a todo, en realidad, siempre está en uno mismo. Pero comienzo a creer que las lágrimas son un problema que no conozco.
(Aquí abro un paréntesis porque estoy enferma y los ojos se me cierran, por lo que quiero aclarar que si notan errores sintácticos, gramaticales, semánticos o wereber no me juzguen tan duramente porque seguro me soltaré llorando)
Veamos. Analizaré el tema lo poco que pueda en el estado en que me encuentro.
Primero. Siempre me he considerado una persona que no llora fácilmente. De hecho, en ocasiones que la gente llora en mi hombro me siento mal por no poder llorar con ellos y hasta trato de hacerlo infructuosamente. Esa maña se me ha quitado, pues si no lloro lo deben de entender ¿que no?
Mi madre tiene varias anécdotas de mis llantos o no llantos de cuando era bebé. Dice que cuando tenía unos meses de nacida no lloraba, y cuando dice "no llorabas" es en toda la extensión de la palabra: no lloraba de hambre, ni cuando tenía el pañal sucio, no lloraba de sueño porque dormía plácidamente, no lloraba para que me cargaran, o por aire cuando me daban mamila, es decir: no lloraba. Fue tanta su preocupación, pues yo era la segunda y la primera le había salido muy latosita, que me llevó al médico para que diera su pronóstico. Mi doc me analizó, me pesó, me auscultó y todo lo que hacen en un chequeo general, y dijo que me encontraba en perfectas condiciones (nací pesando 3.800 kg por lo que era regordeta). Mi madre insistió en su preocupación. El médico, enfadado (supongo, porque no lo recuerdo), me quitó un calcetín y me aplastó el dedo gordo del pie. Yo solté un tremendo berrido que se fue aminorando a los segundos, algo así como "!cuñaaaaaaaaa! !cuñaaa! !cuña! cuñ..." hasta quedarme nuevamente dormida. Veredicto del especialista: su hija está sana y en perfectas condiciones, lo que pasa es que es una huevona.
No sé en qué momento cambió todo. Mi madre cuenta que a los tres años lloraba cuando veía hormigas o moscas. Así es, insignificantes bichos hacían que unas lágrimas regordetas cayeran sobre mis mejillas (también regordetas) aterrándome con su sola presencia. De ahí todo lo que recuerdo es llanto tras llanto. Cuando mi madre me regañaba y era mi culpa, lloraba. Cuando mi madre me regañaba y no era mi culpa, lloraba. Cuando mi madre regañaba a alguna de mis hermana, lloraba... y así pasaron unos 12 años, hasta que entré a la secundaria, que creo fue donde menos lloré, aunque si veía que mi mamá la pasaba mal con sus novios o por falta de dinero para darnos de comer, sí, lloraba.
Después vino la muerte de mi papá y mi entrada a la iglesia y ahí de nuevo comencé a llorar por todo. Al final de la prepa se me quitó un poco, y desde la uni por lo menos una vez al bimestre lloro todo un día con o sin razón.
La cosa se complica con mis relaciones sentimentales. En una discusión (tenga o no tenga la culpa yo) lo primero que hago es llorar y de verdad, lo juro por mi apá, que hago todo todo pero todo lo posible por no hacerlo. Odio los chantajes sentimentales y para nada mi llanto es uno de ellos. Siempre me preguntan "¿Pero qué te pasa, por qué lloras?" y con todo el llanto del mundo solo atino a decir "no sé". Y no es un no sé o no es nada de esos que las mujeres se sacan de la manga para que le sigan preguntando o las apapachen. Realmente no sé por qué lloro y ese es mi gran problema. Nunca me creen, siempre piensan que guardo un as bajo la manga o que me siento culpable por algo vergonzoso que hice, pero es meramente verdad, no sé por qué lloro.
Ayer, durante toda la mudanza estuve llorando. Y cuando digo toda la mudanza me refiero a toda la mudanza. Desde que me levanté, empaqué, hice de desayunar, me bañé, le abrí al personal de mudanzas, me fui con ellos al nuevo depa, descargaron las cajas... lloré, lloré y lloré. No podía dejar de hacerlo y fue más que desesperante. "Esa caja arriba (lágrima cayendo)", "Esa está bien abajo (lágrima resbalando)", "Ahí está bien (vista nublada)".
No me decían ni preguntaban nada, pero era evidente que se daban cuenta. No me importa en verdad lo que la gente piensa cuando lloro, o cuando me agarra a mitad del metro. No me importa que digan "ese con el que va seguro la hizo sufrir" o "¿no puede esperar a llegar a su casa para llorar?". Debo tener algún mal. Algún síndrome llamado Valle de Lágrimas. Tal vez mis lacrimales tienen alguna enfermedad incurable. De hecho no sé de dónde me sale tanta pinche lágrima.
Mientras escribo esto no lloro. Estoy tranquila. Aunque sé que en cualquier momento puede volver. Es inesperado. De repente comienza a bullir un caudal salado que no para hasta que se le da la gana. Ayer cuando iba en el carro con los de la mudanza (llorando), pensé "Pobres, han de ganar tan poco" y el río no se hizo esperar, salió desbordado. Ahora más en calma pienso que es más triste mi situación y ni siquiera puedo llorar por eso.
Mi teoría: En términos generales soy una mujer fuerte, que impone murallas para no salir lastimada. Me gusta rodearme de pocas personas, pero cien por ciento confiables, que serían algo así como pilares de una presa. Cuando alguien cercano a mí tambalea el agua de la presa sale disparada. El caso aquí es que no me doy cuenta de cuáles pilares son, es un poco más intuitivo que no le es revelado a la parte consciente de mi cerebro.
¿Necesito terapia?
Si me aseguran que me ayudará a desaparecer mis ataques de llanto, lo pensaré. Mientras tanto seguiré utilazando el blog con fines terapéuticos.
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