17.2.13

Es necesario emprender retiradas. Darse cuenta de los ciclos que terminan. Cuando un espacio, una persona, una relación, una sensación, las acciones, los papeles jugados ya no nos satisfacen.

Últimamente, por una u otra razón mi estado ha sido de zombi. Sea por la casa, el trabajo, mis formas de relacionarme. Salgo del depa, camino con la mirada puesta en el vacío. Tomo el metrobús. No me doy cuenta si hay asientos disponibles. No tiene caso sentarse. Estar parada. Es lo mismo. Pienso en sacar un libro para ponerme a leer. Ocupar mi mente. Pero mi mente no tiene ganas de ser ocupada. Entonces sigo con la mirada puesta en el vacío. Siento las miradas a mi alrededor. Gente desconocida que me dicen que no estoy bien. No me importa. Cada instante que pasa se me olvida más esa cálida sensación que es una sonrisa, una carcajada genuina. Antes de hacerlo, lo pienso. Ah, sí, esto parece que amerita una risa. Y río.

Bajo del metrobús. Tomo el micro sin ni siquiera leer su dirección. Para mi mala fortuna le atino. Siempre. Tengo la esperanza de perderme uno de estos días. Y no reconocer el camino de regreso. Pero tengo que bajarme. Cruzar un puente destartalado. No hay nadie atento a que una de las láminas se caiga. Nadie toma mi brazo para bajar los peldaños. Saco mi credencial de la bolsa. La muestro a dos guardias con cara de perros rabiosos. Aprieto el botón del ascensor. Espero. Espero. Espero. Entro. Ojalá se detuviera en medio de dos pisos. Ojalá se atorara y me dejara encerrada ocho horas dentro. Pero no. Siempre llega. Siempre. Al tercero.

Y entonces viene lo más difícil. Saludar como si tuviera ganas de hacerlo. Como si me diera gusto ver esas caras que no me da gusto ver. He pensado seriamente llevar una bolsa en mi cabeza. Para no tener que fingir. Decir esos 'hola' que me salen como navajas por la garganta. Y sentarme en ese lugar escogido. Tratar de esconderme tras el monitor. Y responder chats con 'jaja'. Esperar. Esperar. Esperar. La hora de la salida. Sin tener un refugio dónde esconder mi mirada.

Y el regreso es peor aún. Porque espero que pase un accidente catastrófico. Que se vuelque el metrobús. Quizá. Pero no sucede nada. Sólo gente y más gente. Y más gente.

Es hora de emprender retiradas. No estoy dispuesta a soportar más toques de queda. Suficiente tuve ya. Ésta fue la gota.

Señores, mi vaso ha sido derramado.

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