18.11.12

Y entonces vino el recuerdo. Mi madre buscaba en la guantera. Y encontró lo que tal vez buscaba. La evidencia. Y lo bajó del carro. Y dio la media vuelta. Y le aventó sus cosas. El las tomó. Y dijo que pronto regresaría. Y eso jamás sucedió. Y entonces mi madre se queja. Dice que no sabe nada de su padre. Que mi abuela nunca le contó. Y se lo recrimina. Pero, a su manera, ella ha repetido su patrón. No sé nada de mi padre. Y cuando le pregunto sólo atina a evadir las respuestas. A decir que no sabe. De dónde provenimos. Que no escuchó mi pregunta. Que no la leyó. Que le pregunte a esa parte de la familia con la que evito tener contacto.

Quisiera saber. Quiénes eran mis abuelos. Quiénes mis bisabuelos. Quisiera saber qué padecieron. Qué los motivaba. Dónde nacieron. Qué parte de la historia vivieron. A quiénes amaban. Cuáles eran sus pasiones.

Sé. Que mi madre y mi tío no conocen a su padre. Que llevo un apellido que no me pertenece por herencia propia. Que mis abuelos son de rancho. Que la mayoría de mis tíos son mis medios tíos. Que mi familia paterna acogió a la otra familia de mi padre (la oficial y la extraoficial). Que a mi padre le gustaba el box. Que era carismático y coqueto.

Sin embargo, no sé cuáles eran sus sueños. Su plan de vida. A qué equipo de fut le iba. Si creía en Dios. Si estaba con algún partido político. Qué le llamaba la atención de una mujer. Cómo fue su relación con sus padres. Qué le hubiera gustado estudiar. Qué ciudad le gustaba más de la república. ¿Viajó al extranjero? Qué esperaba de sus hijas. Qué cualidades le gustaban de ellas. ¿Creía en el matrimonio? ¿O sólo se casaba por cumplir con la sociedad? Cómo le hubiera gustado que fuera su entierro. Estará conforme con dónde fue enterrado.

Quiero diez minutos. Sólo diez minutos. Para que me explique. Me diga quién es. Diez minutos me bastarán para preguntarle lo que no le pregunté en quince años.


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